ONG y empresas: buenas prácticas para relaciones responsables
La colaboración entre ONG y empresas abre una ventana para ambos actores en lo que respecta a responsabilidad social, recursos, transparencia y ética. Generar confianza entre los dos sectores y lograr relaciones sostenibles que los conecten es un pilar fundamental para el futuro de la cooperación. Las ONG deben trabajar para obtener el máximo beneficio de la actividad y funcionamiento del mundo empresarial y viceversa.
Tradicionalmente, las alianzas con empresas han sido exclusivamente de carácter económico, suponiendo, evidentemente, una importante fuente de financiación para estas. Sin embargo, cada vez son mayores las coincidencias entre los objetivos del tercer sector y el mundo empresarial. En la actualidad, muchas empresas tienen por objetivo que su actividad sea socialmente responsable (Responsabilidad Social Corporativa), guiadas por principios éticos y sostenibles.
Para construir relaciones estratégicas, el Programa ESADE-PwC de Liderazgo Social, establece que se debe dar una colaboración en la que las organizaciones y las empresas involucradas expongan su visión y aprendan de las competencias ajenas, sin perder de vista el valor estratégico de la alianza y tratando de delimitar siempre el área o áreas en las que se producirá la convergencia. Es evidente que todo ello debe estar guiado por actitudes de respeto, reconocimiento, transparencia y comunicación fluida.
Como se mencionaba anteriormente, la financiación es una rama fundamental, y hasta ahora casi exclusiva, de la colaboración entre ONG y empresa, pero es importante saber que esto no es el único beneficio que pueden obtener las ONG: colaborar con empresas, además del intercambio de experiencias, puede servir, por ejemplo, para desarrollar nuevos proyectos y productos, para acceder a oportunidades muy diversas o para aumentar exponencialmente el impacto de campañas de sensibilización. El Programa ESADE-PwC de Liderazgo Social establece, entre otras, siete formas principales de colaboración:
- Filantropía corporativa: Contribuciones directas a una entidad o causa en forma de donación/subvención
- Voluntariado corporativo y ejecutivo: Programas promovidos por las empresas con el objetivo de que sus empelados realicen acciones solidarias de manera desinteresada.
- Marketing social: Apoyo a campañas que promuevan cambios actitudinales o de conducta
- Promoción/Apoyo de una causa: Patrocinio o promoción de esta última
- Servicios Probono: Asistencia técnica especializada y solidaria.
- Implementación conjunta de programas sociales: Supone ir un paso más allá en la filantropía, ya que la empresa no solo aporta recursos sino que también participa en el desarrollo y ejecución del programa.
- Cadenas híbridas de valor. En el caso de las ONG, supone terminar participando en la cadena de valor de una determinada empresa, quedando la ONG en cuestión responsable de una determinada parte del proceso.
Daniel Arena, Pablo Sánchez y Matthew Murphy establecían, en el informe “Relaciones empresariales con comunidades locales y ONG: Comunicación, diálogo y participación”, una serie de pautas a seguir en los contactos entre las dos entidades en cuestión. Según los autores, la relación ONG-empresa debe estar fundamentada en el diálogo y en el aprendizaje mutuo, no se trata de hacer que la otra parte se acerque más a nuestra visión, si no de obtener lecciones mediante el trabajo conjunto y la colaboración. Además, resulta fundamental el contacto directo: optar por dejar a un lado las memorias y las certificaciones y tratar de construir relaciones personales sólidas e institucionalizarlas. Por otra parte, la planificación debe ir acompañada de cuestiones como la predisposición o la flexibilidad. La última recomendación relevante para las ONG es hacer de la interacción una rutina; es fundamental que el contacto y el intercambio de ideas y conocimientos sean constantes para construir relaciones duraderas y efectivas.
Las empresas y ONG deben dar respuesta a los retos que se plantean en la sociedad de forma cooperativa. La colaboración entre ambas amplía los límites de alcance e impacto, permitiendo promover cambios locales y globales y, además, abre la puerta a nuevas formas de innovación social, a través de visiones más complejas y completas a la hora de trabajar en nuevos proyectos o generar soluciones con mayor eficacia. Creando relaciones equitativas, creadoras de cambio social y de carácter progresivo, el win-win se convierte en una posibilidad real.
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