Reflexionando sobre el voluntariado en la Unión Europea
Reflexionando sobre un artículo que ha sido publicado en el Diario El País titulado ‘Voluntario en la UE’ me he preguntado, ¿todas estas personas que desempeñan estas labores muy lejos de su hogar lo hacen por principios, valores, les anima un espíritu de solidaridad? ¿Realmente podemos hablar de voluntariado?
Miles de jóvenes se ven obligados a abandonar España cada año en busca de un trabajo que les pueda aportar un sueldo digno. Cursar una carrera universitaria ya no es un seguro de vida y los jóvenes titulados que invirtieron tanto esfuerzo y dinero pasan a engrosar las filas del paro o, si la suerte les sonríe, terminan en un trabajo con condiciones precarias.
Es en este contexto de crisis estructural capitalista, especialmente intensa en los países de la periferia europea, donde, en contraste, se ha ido forjando un colectivo cada vez más acomodada incluso a costa de la miseria y desesperación de los más vulnerables; para la juventud, una nueva vuelta de tuerca es el Servicio de Voluntariado Europeo, amparado por la Unión Europea.
Este servicio consta de una serie de estancias en el extranjero, previo contacto con una empresa, en que se realizan trabajos no remunerados a cambio de alojamiento y manutención gratuita además de una gratificación de 100 euros mensuales para cubrir los gastos personales del voluntario.
Como condición se estipula que no se podrá compaginar esta actividad con otro trabajo o estudios durante la estancia y los trabajos realizados no se tendrán en cuenta como prácticas en la empresa en la que se pueda trabajar (por lo menos en España así se contempla). Además, el programa se presenta como una experiencia única y enriquecedora para los jóvenes parados, en los que se fomentará en los valores de tolerancia y solidaridad.
Pero lo que se nos presenta como una excelente manera de ganar experiencia laboral es, en las propias palabras de muchos voluntarios, una manera de cubrir de forma gratuita puestos que podrían ser ocupados por trabajadores asalariados.
Conociendo la desesperación de muchos jóvenes, se producen un reemplazo de una persona por otra que realice esa labor sin retribución. Palabras como solidaridad o tolerancia se utilizan para disfrazar lo que no es otra cosa sino un puesto de trabajo precario.
Y yo me pregunto, ¿estamos hablando de voluntariado?
El mercado laboral único en Europa solo será realidad cuando, además del reconocimiento de títulos académicos según el plan de Bolonia, haya una única lengua franca en mi opinión el inglés hablado por todos los ciudadanos de la UE.
Mientras se consigue el deseable MERCADO ÚNICO LABORAL EUROPEO, pueden aprovecharse oportunidades como la expuesta en el artículo comentado sobre voluntariado en la Unión Europea.
¿Cómo se podría conseguir que estas prácticas de voluntariado contribuyen a que los jóvenes actuales se identifiquen como ciudadanos europeos con una sola bandera, un solo himno y una lengua común?
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