Voluntariado y Turismo, ¿hacer el bien es malo en realidad?
Por Anders Kelto en Hacesfalta.org La combinación de viajar y hacer voluntariado, una tendencia conocida como “volunturismo”, es una industria que crece a gran velocidad en todo el mundo. Una de las más populares actividades en el “Volunturismo” internacional es trabajar en orfanatos y centros de cuidado de niñas/os en Asia y África.
No obstante en Sudáfrica, algunas investigaciones señalan que los visitantes extranjeros no están en realidad ayudando a los niños/as con los que trabajan.
El gobierno de Sudáfrica ha expresado preocupación acerca del llamado “turismo en orfanatos de niños/as con SIDA”, y el Departamento de Desarrollo Social ha dicho recientemente que estudiará el asunto.
Buenas intenciones
El Hogar de Niños Masigcine acoge a 28 niños que han quedado huérfanos, han sido abusados o abandonados por familias del distrito de Baphumelele, cerca de Ciudad del Cabo.
Gidsken Asboll, una estudiante universitaria y voluntaria de Noruega, está sentada en el comedor con un niño de 4 años de edad en sus brazos. Ella le hace cosquillas y pretende robar su nariz. El hogar de niños recientemente empezó a permitir que extranjeros como Asboll hicieran voluntariado con ellos. Ella pasa la mayor parte del tiempo abrazando y jugando con los niños.
“Amo verlos felices y sonrientes” dice Asboll. “Estamos aquí para procurarles y darles buenos recuerdos para el resto de sus vidas”.
Miedo al abandono
Amy Norman, investigadora en la Universidad Queen Mary de Londres, pasó cinco años estudiando los efectos sociales del VIH y el SIDA en Sudáfrica. Es co-autora de un nuevo documento “Turismo de huérfanos con SIDA”.
“La literatura en psicología aborda la teoría del apego –los niños muy pequeños están programados para construir relaciones de cariño”, dice. “Además de esto, tienes aquí una especie de abandonos repetidos- primero con niños pequeños cuyos padres pueden haber muerto de SIDA. Y luego van a vivir a un orfanato en donde frecuentemente tienen un alto índice de rotación de personal”.
El proceso continúa cuando bien-intencionados turistas vienen a ofrecer su tiempo voluntario, dice Norman. “Y luego tienes a los turistas que llegan como una especie de tercera ola de abandono. Los niños son dejados atrás recordando a una serie de estos extranjeros que vienen y los dejan ahí”.
Asboll dice que los niños se vincularon de manera afectuosa con ella muy rápidamente y expresaron su temor de que ella se iría. “De hecho, la primera jornada que estuvimos aquí, ellos decían, ¿Te vas ya para siempre?” Dice Asboll. “Estaban ahí parados junto a la puerta, y solo preguntaban — ¿No volverás?”
Asboll les contestó a los niños que volvería. “Eso me ha puesto nerviosa, porque no estoy acostumbrada a dejar niños de ese modo”
Cuando los Beneficios superan los Costos
Actualmente, no existen normas que regulen a los voluntarios/as extranjeros en Sudáfrica. Los voluntarios/as no tienen que ser entrenados y no tienen que ser notificados de los potenciales efectos dañinos que pueden tener. Debido a que las casas hogar son generalmente consideradas el último recurso para el cuidado del niño, Sudáfrica ha impuesto una moratoria para nuevas instalaciones. Sin embargo, no se sabe cuántas casas hogar existen en Sudáfrica o en el continente, o cuántos voluntarios extranjeros trabajando en ellas cada año.
Noma Mjwara, una trabajadora social de Masigcine, comenta que la plantilla reconoce los riesgos de recibir voluntarios extranjeros. Pero dice que los visitantes proveen muchos beneficios importantes.
“Hemos tenido voluntarios/as de diferentes profesiones”, dice Mjwara. “Quizás son educadores en su país o terapeutas ocupacionales. En ocasiones solo les ayudan con el trabajo de la casa”.
Y, dice ella, la aportación financiera de los visitantes extranjeros es vital para la supervivencia de la casa hogar. Masigcine recibe $50 por voluntario/a por semana de parte de la compañía de viajes que arregla su estancia, y muchos voluntarios/as también hacen una donación directamente en el hogar.
“Cuando atravesamos esa puerta por primera vez, ellos se emocionan y se les ilumina el rostro”, comenta acerca de los niños la voluntaria americana Krystal Swen, de Kennesaw, “tú obtienes la gratificación de estar haciendo algo positivo por estos niños”.
Esto es lo que mucho voluntarios/as describen como la mejor parte de su experiencia. La pregunta ahora es: ¿A quién se está beneficiando?
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