¿El relato único de la Economía Neoclásica traído por la globalización es realmente positivo?
El proceso de globalización económica ha traído cambios políticos e institucionales, que tienen su origen en la década de los 80 con el auge de la Economía Neoclásica. Sin embargo, ¿es este modelo una representación acertada de un sistema económico? A continuación vamos a mencionar algunas de sus carencias.
En primer lugar, una de las deficiencias de la Economía Neoclásica es que no tiene en cuenta el medio ambiente. Es necesario partir de la idea de que el sistema económico humano es un subsistema del sistema natural del planeta, un sistema abierto que intercambia materiales y energía con el exterior (por ejemplo, el sol). Algunos autores sostienen que vivimos en el antropoceno o capitaloceno, que se pone de manifiesto en el aumento de especies en riesgo de extinción, de los vuelos registrados a diario, en la huella ecológica de las empresas, etcétera. Fruto de la concienciación ante el cambio climático se produjo el Acuerdo de París, que se propone mantener la temperatura industrial por debajo de 2 grados con respecto a los niveles preindustriales. También es interesante la figura del Día de Sobrecapacidad de la Tierra, que se calcula comparando la demanda anual de recursos materiales con la capacidad que realmente tiene el planeta para regenerarlos. A nivel mundial, vivimos como si tuviéramos 1,75 planetas a nuestra disposición.
El economista Kenneth Boulding comparó la visión convencional de explotación ilimitada de recursos naturales con la figura de “economía del vaquero”. Para el vaquero del lejano oeste norteamericano, durante el siglo XIX, siempre había un lugar donde ir cuando se agotaban los recursos, moviéndose dentro de un espacio que parecía sin fronteras ni restricciones. Pero conservar una visión de crecimiento económico de la economía del vaquero no sólo resulta obsoleta, sino también de muy alto costo para el ambiente. La economía mundial se desarrolla dentro de un espacio limitado, con recursos relativamente escasos, por lo que compara el planeta con una nave espacial de recursos finitos. En esa nave es necesario optimizar el uso de los recursos naturales para garantizar el desarrollo de largo plazo y la supervivencia de la civilización humana. Boulding propone pasar de la visión de la economía vaquera a una “economía del astronauta”.
En segundo lugar, en el esquema de funcionamiento de la economía tampoco aparecen los trabajos no remunerados. La economía solo tiene en cuenta lo que sucede en los mercados, por lo que la única población relevante son los empresarios y parte de las familias en los mercados.
En los hogares no solo se consume, también se produce, mediante procesos para que los productos y servicios del mercado sirvan: cocinar, limpiar… Y para que los trabajadores estén plenamente disponibles para la empresa: cuidar, apoyar, dar afecto, absorber tensiones, etcétera. El sistema económico es un iceberg, porque oculta parte de la realidad, por ejemplo las tareas de cuidados que están invisibilizadas, y como tal no existen.
En conclusión, nuestro planeta necesita un modelo socioeconómico más humano, solidario y equitativo. Por ello, han surgido algunas corrientes de pensamiento económico heterodoxo más relevantes para comprender la realidad, como por ejemplo la economía ecológica, la economía feminista, la economía política institucional, la marxista, la postkeynesiana o la economía del desarrollo. Queda mucho por hacer, pero es el momento de seguir avanzando.
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