Pistas para hacer memorias que generen confianza
En general, podemos decir que memorias se han hecho toda la vida. Pero hoy en día, las memorias tienen una relevancia especial para las entidades no lucrativas al ser uno de los elementos clave de las acciones de transparencia y rendición de cuentas de una organización.
Fuente: Canalsolidario.org
Autor: Pau Vidal, Observatori del Tercer Sector
Si la transparencia es una tendencia clara en todos los ámbitos de la sociedad, para las organizaciones del tercer sector es algo más: se trata de un tema “genético” vinculado a nuestros valores organizativos.
En nuestro trabajo con las memorias de las organizaciones hemos descubierto que el encargo de hacer la memoria en una organización, en muchas ocasiones se vive como un “marrón”, en el que va a tocar perseguir a nuestros compañeros para recopilar datos y fotos dispersas por la organización: qué proyectos hacemos, cuántos somos, cuánto dinero movemos, con quien trabajamos,… Y esa experiencia de “perseguidor organizativo” acaba convirtiéndose en la principal tarea para después incorporar los datos al formato anualmente repetido. Vamos, que año tras año, repetimos el mismo esquema de memoria del año anterior con los datos del año en curso. Así, las memorias acaban pareciéndose peligrosamente de año en año; y hasta el que viene. De hecho, a veces a alguien se le escapa el año anterior en algún párrafo en que no fue sustituido. Son las memorias de “copiar-pegar” tan de moda.
El reto es transformar este “marrón” por la oportunidad de hacer una memoria capaz de generar confianza en las personas y colectivos involucrados con nuestra organización.
Un primer elemento para conseguir este cambio es el enfoque de mejora en cada edición: la memoria de este año es mejor que la del año pasado, pero siempre será peor que la del año que viene por qué está en evolución permanente, reflejando el dinamismo y los cambios que vive la organización. De hecho, si somos capaces de cambiar la lógica “anual” en la recopilación de la información e imágenes por una lógica de continuidad e involucración de la organización habremos dado un buen paso para la mejora de la memoria.
Lo fácil es explicar lo que hacemos. Y el resultado es una memoria-inventario de todo aquello que hace la organización. Con este planteamiento, lo normal es acabar con memorias largas donde cada proyecto o cada área tiene su cuota de espacio. Es hora de cambiar ese enfoque y pensar que a quien le importamos como organización le preocupa mucho más saber qué hemos conseguido que lo que hemos hecho. Ser capaces de explicar qué cambios hemos provocado, qué impacto hemos tenido en la vida de las personas, qué transformaciones hemos logrado,… Para ello, podemos introducir escenarios, indicadores, historias de vida,… Lo que se trata es de mostrar de manera clara los efectos de nuestra actuación.
Un tercer tema a tener en cuenta es la importancia de las imágenes. Ya lo dice el refrán “una imagen vale más que mil palabras”, pero muchas organizaciones olvidan este dicho al hacer su memoria. Y es que las palabras se pueden redactar al hacer la memoria, pero disponer de imágenes atractivas nos obliga a planificar, a vivir los momentos y capturarlos. Más personas y menos piedras. Miradas. Luz, energía. Son elementos gráficos que explican mucho más que parrafadas de texto. Es una paradoja: cuanto más escribamos, menos personas nos leerán.
Vivimos en el siglo XXI. Y las tecnologías han evolucionado radicalmente las memorias con conceptos como la interactividad o la disposición de la información.
Y si la transparencia es una tendencia clara en todos los ámbitos de la sociedad, para las organizaciones del tercer sector es algo más: se trata de un tema “genético” vinculado a nuestros valores organizativos.
La disposición de información quiere decir que ya no se ha de escribir “todo” en la memoria, ya que hay nuevas posibilidades como enlaces directos, códigos QR, microsites,… que nos permiten dosificar la información en función del interés del lector. Además, existen nuevos formatos como las publicaciones electrónicas para las tabletas, vídeos o los socorridos pdf’s que nos permiten superar las limitaciones de la publicación en papel. Toca innovar aprovechando las posibilidades que ofrece la tecnología.
En definitiva, hemos de conseguir que la memoria de la organización conecte nuestros elementos identitarios (misión, valores, visión) con el impacto de nuestra actuación, mostrando de manera efectiva nuestro compromiso con la sociedad. Es hora de cambiar nuestra percepción de las memorias como la explicación de “lo que hacemos” y ser capaces de crear memorias centradas en explicar “lo que hemos conseguido”.
O sea, la responsabilidad de hacer la memoria ha de dejar de ser “un marrón” para ser percibida como la oportunidad de realizar algo importante: Generar confianza en nuestra organización. Confianza, lo más valioso que podemos tener para conseguir transformación social.
La imagen es de OTS
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