En tiempos de crisis, el tercer sector es más importante que nunca
Justo cuando la crisis hace que aumente la demanda de los servicios que ofrece el tercer sector, más se recortan las ayudas de la Administración. Anna Boluda escribe para Inspira este artículo sobre la situación actual y el papel de las entidades del tercer sector.
Fuente: Canalsolidario.org
Autor: Fundación Roger Torné
La paradoja es evidente: justo cuando la crisis hace que aumente la demanda de los servicios que ofrece el tercer sector, más se recortan las ayudas de la Administración. El momento es complicado, pero el apoyo de la ciudadanía puede ayudar, y mucho, a paliar esta situación.
El tercer sector, entidades clave
Hablar de ‘tercer sector’ significa hablar de ONGs, fundaciones y otras entidades que se caracterizan por no tener ánimo de lucro y realizar actividades de utilidad pública dirigidas a la sociedad. “Es decir, gestión privada pero servicio público”, en palabras de Alba Molas, gerente de la Coordinadora Catalana de Fundacions. Marcos Concepción, director de la Asociación Española de Fundraising, aclara: “El papel del tercer sector es imprescindible. Al fin y al cabo es la sociedad civil organizada, que puede así incidir en aspectos tan relevantes como son los sociales o los medioambientales. Y no debemos olvidar que el tercer sector supone el 5% del producto interior bruto en España y proporciona el 10% de los puestos de trabajo. Y en el contexto de crisis actual, su papel es más importante que nunca”.
En los últimos años, a raíz de la crisis económica, ha aumentado mucho la demanda de los servicios que ofrecen estas entidades, sobre todo en servicios de primera necesidad: comedores sociales, ayuda para encontrar trabajo o para la reinserción laboral, y programas de ayuda para pagar los gastos familiares básicos, por poner unos ejemplos. Y también en otros ámbitos: “Las fundaciones están desarrollando una gran ayuda para la sociedad, para todas las personas necesitadas, tanto desde el ámbito social, educativo, cultural, de investigación y hospitalario”, aclara Alba Molas.
Al mismo tiempo, la Administración ha reducido el presupuesto público destinado al tercer sector: “Es esa regla de tres inversa la que nos está haciendo sufrir de esta manera”, afirma Marcos Concepción. Ante esta situación, se impone una doble vía de actuación. Por una parte, seguir insistiendo a la Administración, que no puede olvidar que tiene una responsabilidad a la que hacer frente, más aún cuando “estas subvenciones son dinero que la ciudadanía paga con el IRPF”, como apunta Alba Molas.
Por otra, “debemos recordar que el tercer sector somos la sociedad civil organizada, y por tanto aquí radica nuestra fuerza: las ONGs tenemos que pedir a la ciudadanía que se involucre más y que nos ayude a prestar nuestros servicios”, tal y como indica Marcos Concepción.
Falta tradición de participación social
Los datos son claros: el año pasado, en 2012, 7,5 millones de personas en España colaboraron económicamente con alguna entidad del tercer sector. Esto quiere decir el 19% de la población, muy por debajo de la media europea del 32%, y mucho más lejos aún de países como Francia o el Reino Unido, que superan el 50% de población donante.
La situación de las fundaciones también es muy diferente a la del mundo anglosajón, donde tienen un papel fundamental las grandes fundaciones privadas. “No podemos comparar un modelo con el otro”, explica Alba Molas. “En España, en Cataluña, tenemos pocas grandes fundaciones patrimoniales, porque nuestra economía se ha basado en empresas medianas o pequeñas, y por ello las fundaciones son también medianas o pequeñas”.
Por todo ello, ahora mismo lo más importante es la colaboración de las personas de manera individual. En este contexto se ha puesto en marcha la campaña de sensibilización SOMOS, que agrupa un total de 35 ONGs y que por segundo año consecutivo ha querido fomentar la solidaridad entre la ciudadanía en general y también en los centros educativos. “Es necesaria mucha más gente que participe activamente con las entidades, que apoye, por poco que sea”, afirma Marcos Concepción. “Pero nos falta tradición de participación social. También ayudaría una buena ley de mecenazgo que nos iguale a Europa: mientras en Francia las donaciones de este tipo tienen una desgravación del 66%, y en Alemania o el Reino Unido son del 100%, en España todavía estamos en un 25%”.
Cada aportación es importante
“Ahora es muy importante la microdonación; durante un tiempo se ha olvidado que la sociedad civil podía ser generosa y solidaria, pero en este momento de crisis es la sociedad civil, las personas físicas y también las jurídicas (las empresas), quienes están ayudando a que la gente no sufra”, dice Alba Molas.
Cada aportación, por pequeña que sea, es importante. La suma es la que permite que las entidades del tercer sector puedan desarrollar su tarea. Y el retorno social es incuestionable: un informe publicado por la Asociación Española de Fundraising estima que por cada euro que se da a una ONG, el impacto social es 9 veces más alto. Para entenderlo con un ejemplo: cada euro invertido en clases de refuerzo para que un joven termine la educación obligatoria y pueda hacer una formación profesional o un grado universitario tiene un valor mucho más alto socialmente que dejar que esa persona no termine la ESO. Esto es aplicable a muchos otros sectores con esta media: por cada euro invertido, el retorno a la sociedad se multiplica por nueve.
Recurrir a las donaciones privadas para suplir el recorte de los recursos públicos incluso puede suponer mayor libertad para las ONGs: “al fin y al cabo la administración pública es la que define las políticas sociales, y si además las pagan ellos, las ONGs se regirán por la política pública de turno. Si la colaboración económica llega a través de las personas que creen en el proyecto concreto de una entidad, hay más independencia a la hora de actuar”, concluye Marcos Concepción.
La situación es delicada. Pero cada euro cuenta. Está en las manos de todos.
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