Covid-19: un reto global

La pandemia que ha marcado este 2020 requiere de respuestas cooperativas que vayan más allá de las fronteras. Un reto de estas dimensiones nunca podrá darse por finalizado si no se generan respuestas inclusivas y globales que sirvan para satisfacer las necesidades básicas de toda la población.

La cooperación en España ha sido tradicionalmente el aspecto olvidado de la gestión política. Los presupuestos destinados a la cooperación y la ayuda humanitaria han sido siempre objeto de retoques, principalmente mediante la inclusión de causas en los fondos destinados a la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) que nada tienen que ver con esta última. Uno de los ejemplos más evidentes es el de contabilizar intencionadamente los fondos destinados a la atención de la población refugiada como AOD, cuando esto no es correcto, ya que dicha ayuda no contribuye de ninguna manera al Desarrollo de las sociedades de otros países.

La realidad resulta decepcionante. El pasado 28 de noviembre, El País afirmaba que “la política pública más recortada desde 2012 había sido la cooperación (…), con un 0,19% de la Renta Nacional Bruta” destinado a este ámbito. Además, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), recibe tan solo un 8% del total de la AOD, lo que limita enormemente la acción humanitaria en todas sus formas.

Existen modelos que permiten adoptar una visión más optimista, como el alemán o el de los países nórdicos. España necesita dotar de mayores recursos a la maquinaria de la cooperación y llevar a cabo esfuerzos por interconectar a los diversos actores del panorama humanitario, otorgando un papel protagonista a las ONG. Además, debe alinear su posición con los países cooperativos de la UE y promover el diálogo y la colaboración con los países más desfavorecidos por la pandemia, permitiéndoles así liderar su propio proceso de reconstrucción y aprendiendo a la vez de sus prácticas.

El Covid-19 ha obligado a las sociedades a cuestionarse a sí mismas y a reformular los pilares sobre los que se sustentan. Además, ha demostrado que la división entre países es algo absolutamente formal y que, ante problemas globales, la solución pasa por la cooperación. Por otro lado, la situación actual se presenta como una oportunidad ideal para reivindicar el papel fundamental que tienen las ONG, defensoras de los derechos de todos, las cuales velan, entre otros, por la integración, la igualdad y la sostenibilidad. Han sido y son actores centrales en la gestión de la pandemia, y los gobiernos tienen mucho que aprender de sus objetivos, valores y funcionamiento.

España está obligada a cooperar, junto con sus ONG, para recuperarse de los daños causados por el virus y por la inminente necesidad de generar lazos globales sólidos que le permitan afrontar retos cooperativos en el futuro de forma infinitamente más eficaz.