Las herencias a entidades y ONG crecen un 75% durante la crisis
ONG quieren dar publicidad a este tipo de donaciones. Varias de ellas se han unido en la campaña Legado Solidario, para informar a la sociedad sobre esta posibilidad.
Fuente: El País
Autor: Dani Cordero
Enric falleció en marzo. Tenía 70 años. Desde hacía 10 vivía en un piso de la Fundació Arrels. Fue su última parada tras años malviviendo en la calle, el lugar donde convivió y perdió a su mujer. Una vida que le llevó a envejecer de forma acelerada. “A veces era cascarrabias, pero era muy interesante charlar con él: había estudiado en el Seminario y era un hombre culto y muy querido aquí”, explica uno de los asistentes de la fundación, Josep Maria. Enric siempre recordaba que Arrels le había salvado la vida y mientras estuvo allí no gastó un duro. Un día cogió a Josep Maria y se lo llevó al notario. Hizo testamento y dejó los 5.000 euros ahorrados a la fundación.
La vida de Marisa tiene poco que ver con la de Enric, pero sus bienes tendrán un fin similar, una entidad social: “Lo que tengo será para Unicef”. Habla de sus dos pisos de Barcelona y Cambrils (Tarragona). Con 75 años, viuda, sin familia, ha apostado por un legado solidario para cuando pase a mejor vida. “A alguien se lo tengo que dejar y no quiero que se lo quede el Estado”. Su única vinculación con Unicef son los 30 años de aportaciones dinerarias a la causa que empezó a hacer con su marido. No ha variado desde entonces su apoyo a la ONG, que ahora ha incluido también en sus últimas voluntades.
Los de Enric y Marisa son dos casos más de una cifra que ha crecido en los últimos años y que ha dado un respiro a entidades sociales que han visto como crecía la demanda de sus servicios mientras se reducían las aportaciones de fondos públicos. El año pasado, cerca de un 3,5% de los testamentos firmados en Cataluña incluían algún tipo de legado solidario. La cifra ha crecido un 75% en los años de la crisis, hasta alcanzar en 2012 los 44 millones de euros.
“Acostumbran a tener muy claro qué quieren que pase con su dinero y muchas de esas personas ya han tenido previamente alguna relación con la entidad”, señala José Alberto Marín, vicedecano del Colegio de Notarios de Cataluña. Hasta el momento, no obstante, los legados solidarios benefician sobre todo a las grandes entidades. “Las asociaciones pequeñas reciben aportaciones cuando el testamentario ha tenido una situación especial o próxima con la entidad”, señala Marín.
Las grandes entidades y ONG llevan años intentando dar publicidad a este tipo de donaciones solidarias y, de hecho, una veintena de ellas se han unido en la campaña Legado Solidario para darle mayor conocimiento. El comité catalán de Unicef recibió el año pasado 285.000 euros por esa vía, el 5% de sus ingresos anuales. En Càritas Diocesana de Barcelona ese porcentaje puede variar entre un 5% y un 15% de su presupuesto en función del año. Para Intermón-Oxfam representa entre un 2% y un 4% de los ingresos privados que reciben anualmente.
Entidades de menores dimensiones consultadas por este diario niegan haber recibido nunca un legado de ese tipo. Algunas admiten haber recibido en alguna ocasión, como es el caso de Arrels, que ha recibido media docena en los últimos años, con aportaciones que oscilan entre los 3.000 y los 100.000 euros. La mayor parte de las pequeñas organizaciones se tienen que conformar con los testamentos intestados que gestiona la Generalitat: patrimonio sin más beneficiario que la Administración que se reparte entre entidades sin ánimo de lucro, previa subasta de los bienes inmobiliarios. El año pasado se repartieron 620.000 euros y desde 2006 casi 12 millones de euros. “Sin los 300.000 euros que nos dieron no hubiéramos podido comprar un local en Sant Boi que destinaremos a partir de diciembre a actividades para colectivos juveniles”, explica Javi López, responsable de administración de la Fundación Marianao, que realiza proyectos socioeducativos en el Baix Llobregat.
“Lo que intentamos decir es que cada cual deje el dinero a quien quiera, para que lo decida la Generalitat sea usted quien elija la entidad que mejor represente sus intereses”, afirma López sobre las virtudes de los legados. “Desde Unicef llevamos años haciendo difusión y explicando a nuestros colaboradores más cercanos que las herencias y los legados solidarios son la forma más fácil de mantener la proximidad con el proyecto”, explica Mark Frantz, el responsable de legados de esta ONG en Cataluña. Frantz asegura que todavía queda recorrido para romper con algunas barreras. “Tenemos que explicar que hacer testamentos no es caro, que son revocables y que siempre se respetará la voluntad del donante”. Como con Marisa, en algunos casos las organizaciones saben de antemano que hay colaboradores que les cederán parte o la totalidad de su patrimonio. Y en otros casos se llevan sorpresas: legados revocados. El aviso previo no es ninguna garantía.
“A veces sí que notas un ambiente enrarecido cuando estás ante el notario para aceptar la herencia en presencia de familiares”, explica Montse Padilla, de Cáritas, quien explica que en muchos casos la familia del colaborador comprende a la perfección el legado. “Habrá familiares que lo entenderán y otros que no, pero a mí me da paz interior”, explica Antònia Andaní, mallorquina de 69 años que ya ha hecho testamento y ha declarado beneficiarias a tres organizaciones no gubernamentales: Intermón-Oxfam, Amnistía Internacional y Médicos sin Fronteras. Aunque avisa: “La vida puede dar muchas vueltas”. Y señala con modestia: “Es de risa lo que yo puedo dejar”.
Andaní colabora periódicamente con Intermón-Oxfam desde 1987, desde que conoció a un sacerdote jesuita que le dio seguridad acerca de la ONG (entonces era Intermón a secas y no estaba vinculada al gigante Oxfam). “Lo que más te motiva es ver que hay gente que no tiene ni para vivir y la cuestión es ir a la raíz del problema”, señala, segura que la ONG a la que aporta dinero cumple esas características de ayuda.
Los tipos de bienes que heredan las ONG son variados. “Mayoritariamente es dinero en efectivo o inmuebles, pero también hemos recibido alguna obra de arte o algún mueble de anticuario”, afirma Gisela Genebat, de Intermón. El proceso acotumbra a ser el mismo: vender los activos para conseguir dinero en efectivo para inyectar en los lugares donde realizan actividades.
La imagen es de Diego Javier en Flickr
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