Voluntariado y trabajo remunerado: ¿y por qué no van a entenderse?
¿La labor de los profesionales se complementa con la de los voluntarios sociales a la hora de mejorar la vida de los demás? ¿Es la creciente especialización en el sector social una oportunidad o un riesgo? ¿Debatimos?
La creciente especialización en diversas áreas de los servicios sociales ha supuesto un logro importante como base permanente de atención a los más desfavorecidos. En algunos países se ha consolidado un sistema de solidaridad institucionalizada que se asume como algo obvio y obligatorio para las administraciones públicas.
Dentro de este sistema de protección social, los profesionales (médicos, enfermeras, trabajadores y educadores sociales, monitores diversos, psicólogos, terapeutas ocupacionales, etc.) desempeñan una función central e imprescindible, mientras que los voluntarios sociales asumen su papel subsidiario, al servicio en muchos casos de los propios profesionales o coordinados por ellos.
Pero hay quien opina que existen incompatibilidades o puntos de fricción entre profesionales y voluntarios, aunque, afortunadamente, somos muchos más los que defendemos la absoluta complementariedad de ambas actividades.
Sería un grave error que el voluntario hiciera de su servicio una actividad profesional porque ni su compromiso, ni sus conocimientos ni su dedicación serían los adecuados. Y, aunque lo fueran, podría ser una intromisión laboral. Aunque el voluntario posea cualificación para atender profesionalmente a una persona, no debe hacerlo. Más bien, deberá derivarlo hacia el profesional de referencia. Un voluntario que sea médico de profesión no podrá no podrá diagnosticar, prescribir medicamentos o poner un tratamiento a un enfermo cuando actúe como voluntario, salvo en un caso de urgencia. Por el contrario, deberá enviarlo al centro de salud que le corresponda.
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- Este artículo de J. C. Gª Fajardo, de Solidarios para el Desarrollo
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